Seguramente te ha tocado escuchar (o has dicho algo en este sentido) algún comentario quejándose de las cursilerías, de la flojera que da tener que ocuparse de actividades tan ñoñas y poco cool como el tejido o la costura. Mucha publicidad sigue ofreciendo, como lo hacía en la era atómica, reducir los tiempos y complicaciones en la cocina.
Y sin embargo, cuando se toma algo de conciencia, incluso estas actividades, tan demonizadas por los feminismos clasemedieros del siglo XX, como el impulsado por Betty Friedan y su Mística Femenina por considerarse como imposiciones patriarcales, pueden volverse territorios de creación, e incluso de independencia. Pasen a nuestro cuarto de labor, para descubrir este lado que tanto nos gusta de lo femenino "a la antigüita".
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