miércoles, 15 de febrero de 2012

El año que pasé viendo comedias románticas


"Espero que te des cuenta de lo irónico que es," me dijo mi hermana en febrero del año pasado, "que éste sería un comienzo excelente para una comedia romántica". Le aventé un cojín y seguí llorando.

Claro que me daba cuenta. La mañana del 3 de enero comencé mi investigación para el doctorado, un análisis feminista sobre las comedias románticas, brincoteando hacia la New York Library of Performing Arts, en el Lincoln Center, rebosante de orgullo y emoción. Y en escasas seis semanas, la noche del 13 de febrero, el hombre del que estaba locamente enamorada, un chico genial, aunque - esto hay que decirlo - con muy mal sentido del timing, terminó conmigo.

Yo estaba hecha un desastre. Y lo que es peor, era un desastre cuyo trabajo era ver un mínimo de seis comedias románticas a la semana. Pasaba los días en la biblioteca, leyendo sobre el género cinematográfico, y tomando descansos para la lloradera que atraían las miradas compasivas de los encargados. Pasé noches en la cama con mi laptop, viendo cómo Kate y Katherine, y Meg y Julia y Drew, encontraban al amor verdadero, mientras tomaba notas y atendía a mi muy roto corazón. [...]


Este texto de Chloe Angyal aparece (en inglés) en Jezebel. Tienen que leerlo, pues hace un increíble análisis al respecto de las perniciosas ideas que nos han transmitido las comedias románticas al respecto de cómo debe ser el amor de pareja.

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