Como comentamos en el programa, si algo caracterizó a Ephron fue su generosidad hacia otras mujeres, y su interés en el trabajo de las personas más jóvenes que ella. Lena Dunham, guionista y cineasta, tuvo la suerte de tener una relación de aprendiz-mentora con ella. Dunham narra sus experiencias con Ephron en un conmovedor texto publicado en el New Yorker. Aquí traducimos un fragmento.
El original, en inglés.
“This is my life” es la película que me hizo querer hacer
películas. La primera vez que la vi iba en segundo grado, así que no habría
podido articularlo de esa forma, pero eso era lo que me estaba pasando. Debo
haberla visto en VHS unas 11 o 12 veces durante un solo verano, tratando de
asir algo ¿Acerca de sus personajes? ¿Acerca de cómo estaba construida? Con
cada vista se me revelaban nuevos chistes, nuevos ángulos, y ese mundo se
volvía más rico. Amaba a la adolescente hosca de Samantha Mathis, a la inocente
sarcástica de Gabby Hoffman, y especialmente a la madre soltera de ambas, la
Dot de Julie Kavner, una comediante de stand-up empecinada en estar al día a pesar,
o quizá por causa de, esas hijas que tenía. Pero a quien realmente amaba era a
la persona que orquestaba todo aquello. El vestuario, esos perfectos sacos a
lunares baratos y los gastados sombreros de invierno. La música, una mezcla de
bounce de vodevil con la voz de Carly Simon, que de alguna manera hacía sentir
la ciudad mucho más real que si la banda sonora hubieran sido cláxones de
coches. El trabajo de cámaras, un solo gliding shot que seguía a cada miembro
de la familia a su habitación durante su adaptación a un departamento nuevo en
un muy poco atractivo vecindario de
Manhattan. Yo amaba a quien quiera que pusiera tan cómodas a aquellas actrices,
que fueran capaces de expresar los detalles de lo que implica ser una mujer
humana en una pantalla.
No fue sino hasta años después que entendí que todo aquello
era Nora Ephron. Entonces devoré su prosa, sus demás películas y me volví su
fan, junto con mi madre, tía, abuela, y todas y cada una de las mujeres inteligentes
del área triestatal. Así que por todo esto, el día de Marzo de 2011 en el que
recibí un email corto, perfecto, de Ephron, diciendo que había visto y
disfrutado mi película y que quería invitarme a almorzar, fue trascendental.
Llegué veinte minutos antes, y me escondí en una esquina
hasta que vi entrar a Nora, la vi saludar a la hostess, y vi cómo la
acompañaban hasta la mejor mesa del lugar. La vi ordenar una Diet Coke y checar
su iPhone, y finalmente me aparecí en la mesa, lamentando ya la blusa que había
elegido. Pero cuando me miró, mis miedos se evaporaron. Estaba tan emocionada
de conocerla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario